jueves, 16 de junio de 2016

Parque Nacional Queulat

Me habría gustado haber tenido en mente este blog en los viajes que he tenido la suerte de realizar, sin embargo no ha sido así y en su mayoría las imágenes fueron captadas con fines personales y no para exponer lugares, paisajes, gentes, etc. Aún así espero que los post puedan servir a quienes deseen recorrer los mismos caminos, para compartir experiencias con otros viajeros sobre estos lugares y a mi mismo, para mantener los recuerdos vivos en mi memoria.

A falta de camping buenos son los patios
Nos levantamos un día muy temprano, era aún de noche en un pequeño pueblo al borde de la Carretera Austral llamado La Junta, desarmábamos la carpa con la adrenalina del tiempo en contra y sabiendo que nos esperaba una gran aventura, chispeaba, pero poco importaba habiendo sorteado ya dos temporales a esas alturas del viaje... salimos a la calle y caminamos rápido entre el ruido de la lluvia y las luces amarillas de los postes, un bus estaba a punto de salir en dirección a Coyhaique y debíamos tomarlo para llegar lo más temprano posible al Queulat.

¿Que sabíamos del Queulat? 
Sabíamos que era un parque, que cobraban $3.000 por la entrada y que luego de un par de kilómetros de trekking se llegaba a un mirador desde donde se podía ver un glaciar colgando entre dos cerros, con una cascada que se desprendía desde él. 
Apenas nos subimos al bus nos quedamos dormidos. Despertamos en Puyuhuapi, un pueblito de poco más de 500 habitantes fundado en su mayoría por colonos que abandonaron Europa luego de la segunda guerra mundial. 
Mapa de los senderos
Luego de avanzar otro tramo por fin llegamos, la lluvia nos había dado una tregua y caminamos hacia la boletería, dejamos encargados nuestros bolsos detrás de la garita de Conaf y comenzamos la
aventura.
No alcanzamos a recorrer los 100 primeros metros cuando comenzó a llover, según nos comentaban los guardaparques era debido al microclima que se forma en el lugar, eso sumó a la aventura varias caídas graciosas por el barro, transformó las vertientes del sendero en mini cascadas y le dio al trekking un aire de sacrificio/recompensa.

A través del sendero cruzas un puente colgante sobre un río gélido y tormentoso, subes escalinatas de raíces, encuentras vertientes para refrescarte, encuentras sectores para acercarte al río, mini cuevas debajo de las rocas, insectos y pájaros.

La primera parada se hace en un pequeño muelle, desde donde se tiene una visión en 360° y a ras de piso de los cerros, el Glaciar y la laguna, como dato podemos agregar que en días de lluvia generalmente el ventisquero está cubierto de nubes bajas, pero se despejan cada cierto rato, por lo tanto es buena idea tener un poco de paciencia y esperar ya que vale la pena.
Vista desde el mirador


Para continuar hacia el mirador hay que devolverse hacia el sendero principal y comenzar un ascenso moderado (cuidado con el barro), hasta llegar a un pequeño mirador con un techo que nos sirvió para estilar nuestras casacas. La vista es espectacular y se aplica el mismo consejo que en el muelle sobre las nubes, ya que los primeros 20 minutos desde que llegamos el ventisquero apenas se veía y vimos a muchos turistas devolverse desilusionados, nosotros no por paciencia sino por cansancio esperamos un poco más antes de devolvernos, teniendo la suerte de estar en un momento en que las nubes se despejaron casi totalmente.
Vista desde el mirador
De regreso seguíamos camino a Coyhaique y gracias a una buena obra compartimos 165 km de camino de ripio en el pickup de una camioneta, espero poder contar esa historia en una futura entrada, muchas gracias a quienes se dieron el tiempo de leer, hasta pronto.


Datos para los mochileros: 

-En la Carretera Austral a la altura del Queulat pasan muy pocos vehículos por lo tanto para no quedar botado es mejor hacer dedo temprano. 
-El Parque cuenta con sitios de camping pero pudiese estar sin cupos por la alta demanda.
-En la casa que está a la orilla de la carretera, al lado del camino de acceso al Parque tienen un comedor y venden bebidas calientes y pan amasado, junto a una estufa a leña que varios mochileros usamos para secar calcetines y zapatillas.

Febrero 2014

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